Por obra de la Santa Trinidad
la Virgen pura es Madre;
entrañas de mujer jamás nos dieran
el fruto celestial que de ellas nace.
Morada de la paz es tu regazo,
que a Dios y al hombre traen;
Mujer, de Dios fecunda cual ninguna,
de humana vida Madre como nadie.
¡Oh Madre nuestra, casa preparada
en donde todos caben,
el pan de la unidad y la alegría
y todo cuanto es bueno de ti sale!
Callada Madre, Madre de la espera,
que estás y a todos abres,
olvida nuestro olvido, Madre buena,
que vence y vencerá tu amor más grande.
Morada de la luz y toda gracia,
socorro de mortales,
cual Madre por nosotros intercede
al Hijo que en tus ruegos se complace.
¡Al Hijo Redentor que ha preparado
los brazos maternales
se vuelva todo amor de nuestra tierra,
cantándole con cantos a la Madre! Amén ■
P. Rufino Mª Grández, ofmcap, Jerusalén,
1985