Tú fuiste mi pescador
en el mar de Galilea,
me llamaste a otra tarea,
que es la tuya, vencedor.
Si no me hubieras pescado,
con tu divina empatía,
pescador yo seguiría
entre la red y el mercado.
Pescador, conquistador,
porque el mundo es tu pasión,
el mundo es un corazón
con un eterno rumor.
Y por amor has venido
a casa de tus hermanos,
para hacernos ciudadanos
de un nuevo mundo surgido.
Yo me brindo a dialogar,
si Dios es motivo y tema:
Dios, la pasión que me quema,
Dios, mi razón de pensar.
Y Jesús, clavada flecha
en la historia de mi vida,
beso que se hizo comida
en la mesa del altar
Soy pescador, y mis redes
son mi vida derramada;
mi palabra enamorada,
que llega, amigos, a ustedes.
Hazme, Jesús, misionero
y profeta de tu amor;
te lo pide un trovador
que está diciendo: ¡Sí, quiero!
■ P. Rufino Mª Grández, ofmcap, Puebla, 17
enero 2011