Pero no temas, esposa, no desesperes, no te consideres despreciada, si por
un poco el esposo te oculta su rostro. Todo esto contribuye a tu bien, y de su
venida y de su alejamiento sacas ventaja. Viene a ti, y también se retira.
Viene para consolarte, se retira por prudencia, para que la magnitud de la
consolación no te ensoberbezca, no sea que al estar siempre junto a ti el
esposo, empieces a despreciar a las compañeras y atribuyas esta continua visita
no ya a la gracia sino a la naturaleza. Pues el esposo concede esta gracia a
quien quiere y cuando quiere, no se la posee por derecho hereditario. Un
proverbio popular dice que la excesiva familiaridad engendra el desprecio. Se
aleja, pues, para que, al ser demasiado asiduo, no sea despreciado, y para que
al estar ausente sea más deseado, deseado más ávidamente buscado, buscado por
largo tiempo sea finalmente con más gozo hallado. Además si nunca faltara esta
consolación (la cual es enigmática y parcial, en relación con la futura gloria
que se revelará en nosotros) tal vez creeríamos que tenemos aquí una ciudad
permanente y buscaríamos menos la futura. Por tanto, para que no consideremos
el exilio como patria, la prenda como el premio último, el esposo viene y a
veces se va, unas trayendo consolación, otras cambiando todo nuestro lecho en
enfermedad. Por un poco nos permite gustar lo suave que es, y antes de que lo
podamos experimentar hasta el fondo, desaparece. Y así, revoloteando como con
alas desplegadas sobre nosotros, nos estimula a volar, como si dijera: Ya
habéis gustado por un poco lo dulce y suave que soy, pero si queréis ser
saciados hasta el fondo por esta dulzura mía, corred tras de mí al olor de mis
perfumes teniendo elevado el corazón allí donde yo estoy a la diestra de Dios
Padre. Allí me veréis, no como en un espejo, confusamente, sino cara a cara y
vuestro corazón gozará plenamente, y vuestra alegría nadie os la podrá quitar ■ Guigues II, Cartujo, Scala Claustralium,
Tratado sobre el modo de orar a partir de la Palabra de Dios (Guigues II, uno
de los primeros cartujos, fue Prior de la Cartuja hacia el 1174. Más tarde
dimitió de su cargo para morir en el 1188).